viernes, 15 de julio de 2016

Dormir poco aumenta la posibilidad de engordar

Dormir poco reduce el gasto energía y aumenta la posibilidad de engordar.

La falta de sueño altera el día, pero también el metabolismo, lo que hace que el organismo utilice menos energía.

Este resultado, publicado en "American Journal of Clinical Nutrition", se suma a las pruebas de que la pérdida de horas de sueño promueve el aumento de peso no sólo por producir hambre, sino por hacer más lento el proceso de gasto calórico.

En un estudio se observó que hasta una sola noche de sueño perdida volvía más lento el metabolismo a la mañana siguiente y reducía entre un 5 y un 20 por ciento el gasto energético de funciones como respirar y digerir, comparado con los resultados después de una buena noche de descanso.
Después de no dormir, los participantes también tuvieron niveles matinales más altos de azúcar en sangre, de ghrelina una hormona que aumenta el apetito, y de las hormonas del estrés, como el cortisol.

Los resultados demuestran que el ser humano puede adaptarse a dormir poco pero que algunas de esas adaptaciones conducen al camino de la obesidad. Una razón más para seguir la recomendación de dormir entre siete y nueve horas por noche.

Diana Papa Constantino
Bioquímica - Lic. en Nutrición

martes, 5 de julio de 2016

Superalimentos, las promesas que no se cumple

Superalimentos: promesas que no se cumplen
Ciertos alimentos tienen fama de ser curativos, adelgazantes, antibacterianos, antioxidantes o anticancerígenos debido a su composición, pero es preciso tomar con cautela esas promesas

En la actualidad, hay un creciente interés por saber cómo influyen ciertos hábitos de vida, entre ellos la alimentación, en el desarrollo o la prevención de las enfermedades. A veces, se otorga a ciertos alimentos poderes curativos, adelgazantes, antibacterianos, antioxidantes o anticancerígenos, debido a su composición. Se les conoce como "superalimentos". Pero ¿qué hay de verdad en estas afirmaciones? ¿En realidad son "super"?

Superalimentos, a estudio

En algunas páginas de Internet, con poco rigor científico, definen a un "superalimento" como aquel que es rico en nutrientes beneficiosos para la salud. En general, se venden como panacea de alguna irregularidad fisiológica o como complemento para una alimentación sana. Entre los ejemplos más conocidos están las bayas goji, quinoa, semillas de chía y el kéfir, y otros productos alimenticios de moda que se publicitan como ricos en vitaminas.
Es importante saber distinguir entre un estudio científico y la práctica clínica. El estudio científico puede mostrar las bondades de un alimento o nutriente determinado, pero en la práctica clínica pueden no obtenerse los efectos probados en esa investigación. Esto se debe, en parte, a que en las investigaciones se emplean niveles altos de nutrientes, inalcanzables en una dieta normal, o que se utilizan ratas como modelos o realizan experimentos in vitro usando células humanas. Por otro lado, en determinados trabajos científicos, los alimentos se estudian de forma aislada, mientras que las personas los consumen en combinación con otros alimentos. La combinación produce una interacción entre ellos que lleva al organismo a disminuir o aumentar la capacidad para absorber determinados nutrientes. Un ejemplo comprobado es el de la grasa, que ayuda al beta-caroteno que contienen las zanahorias y espinacas a que se absorba más fácil y rápidamente cuando se ingieren juntos.
La salud de una persona no depende solo de la alimentación, menos aún de un único alimento. Depende de un complejo entramado donde participan la genética, los hábitos de vida, el círculo social próximo o el marco sociocultural,. Esto no cuestiona el rigor de los estudios científicos, sino que dibuja un contexto más amplio que un laboratorio
Por ello, una dieta de calidad y variada en alimentos nutritivos tiene más ventajas que una basada en un conjunto de "superalimentos".

Hay muchos superalimentos en nuestra despensa

Por otro lado, el llamar "superalimentos" a algunos de ellos, puede confundir a los consumidores haciéndoles pensar que el resto de alimentos habituales no son tan saludables o nutritivos. Hay que ser cautos. Nuestra responsabilidad es fomentar una dieta amplia y variada. Un mayor consumo de frutas y verduras de temporada, así como cereales poco refinados o integrales, es la mejor forma de prevenir el exceso o defecto de vitaminas y minerales, sin necesidad de recurrir a la suplementación con alimentos que se encuentran fuera de la historia y cultura culinaria de la persona y que, en ocasiones, resultan muy caros.
Existen alimentos y bebidas de alto valor nutricional y de consumo habitual en nuestra sociedad:: zanahorias, tomates, manzanas, bananas, naranjas, cebollas, ajos, ají, repollo, brócoli, alcauciles, frutillas; alimentos basados en cereales integrales como el pan, el arroz; las legumbres, los pescados y carnes magras; leche o yogur descremados, frutos secos

Si buscamos "superalimentos", ¡empecemos por mirar en nuestras alacenas!

Diana Papa Constantino
Bioquímica. Lic en Nutrición