Ponerse a dieta: las excusas más frecuentes para retrasar el momento
Conocer las dificultades relacionadas con la pérdida de peso es vital para afrontar con éxito los objetivos propuestos y su consecución a largo plazo
“Mañana empiezo en serio a hacer dieta" o, "durante el verano dejo la dieta y luego la retomo", son subterfugios que retrasan el momento de iniciar el cambio hacia nuevos hábitos alimentarios. Y es que dar el paso hacia un cambio no siempre resulta fácil. En estas circunstancias, frente al pensamiento dual de empezar en breve plazo o retrasar el comienzo, lo habitual es optar por la segunda opción.
Seguir dietas demasiado estrictas, sin concesiones esporádicas, moderadas y sensatas, genera tal ansiedad, que lleva a la persona a comer más para calmarla debido a la estrecha relación entre estados de ánimo y conducta alimentaria.
El verdadero patrón de alimentación saludable engloba las fiestas, los cumpleaños y demás celebraciones que, están asociados a excesos alimentarios. Por tanto, si uno piensa que “hacer dieta” implica que se va a vivir aislado y que no va a poder disfrutar de una torta de cumpleaños, puede sentir desazón y frustración, y, por eso, seguir postergando encontrar la verdadera solución.
Estrategia vitalicia
La obesidad es una enfermedad crónica. Las enfermedades crónicas, a diferencia de las agudas, son de larga duración y no puede preverse la duración del tratamiento. Conviene identificar las causas que la han originado y frenarlas cuanto antes con ayuda de los profesionales adecuados.
Hay que descartar las ideas preconcebidas en cuanto a soluciones exprés, olvidarse de "hacer dieta" y afrontar la situación desde un punto de vista racional, con el fin de realizar los cambios que, con tiempo y paciencia, lleven a la persona a su objetivo.
Diana Papa Constantino
Bioquímica – Lic. en Nutrición