lunes, 22 de abril de 2013

El apetito emocional

El apetito emocional.

Distintos estudios apuntan que la tristeza, el aburrimiento o el estrés condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. Unas veces, lo hacen de forma obvia y evidente; y otras, de manera sutil e inconsciente. Sin embargo, estas interacciones son tan complejas, que es difícil establecer con claridad cómo es el vínculo entre emoción e ingesta, qué es consecuencia y qué es causa. Además, no se reacciona igual ante el aburrimiento -que parece incidir en un aumento de la ingesta-, que frente a la tristeza -según los estudios, tiende a reducir nuestras ganas de comer-

Las emociones y la comida
Cuando tenemos  hambre tendemos a estar agitados, en alerta, e incluso, irritables, ya que esta condición estimula y fomenta la búsqueda de alimento. Después de comer, en cambio,  los nutrientes absorbidos llegan al cerebro: y el sistema nervioso  genera una sensación de calma, un estado letárgico en el que el humor tiene más probabilidades de ser positivo que negativo.
Pero no siempre ocurre lo mismo. A veces las emociones de tristeza, vergüenza o ansiedad aparecen luego de haber consumido un alimento que no debíamos, que sabemos que no es sano o que no forma parte de nuestro plan alimentario para perder peso.

El estrés y las ganas de comer
El estrés afecta a la salud de manera directa a través de múltiples procesos fisiológicos, pero también es capaz de cambiar comportamientos que se relacionan con la salud, como la selección y la ingesta de alimentos. Los estudios indican que la mayoría de las personas experimentan cambios en la conducta alimentaria en respuesta a una situación de estrés. Sin embargo, esta respuesta no es la misma en todos los individuos, para algunos el estrés estimula su apetito y a otros la disminuye. Lo interesante es que quienes usualmente restringen su alimentación son los que suelen responder con más apetito y ganas de comer que quienes no la limitan de forma cotidiana.

Diana Papa Constantino
Bioquímica – Lic. en Nutrición
diana@hablemosdecomida.com.ar
Consultorio Nutricional (niños, adolescentes, adultos)
Talleres de alimentación saludable (bebés, niños, adolescentes, adultos y familias)

viernes, 19 de abril de 2013

Freezer, no todos los alimentos se pueden congelar

El freezer, no todos los alimentos se pueden congelar.

Hay alimentos que no conviene congelar debido a la pérdida de sabor y textura que sufren en este proceso.

Congelar los alimentos es quizá la técnica más antigua y, a la vez, más eficaz en cuanto a conservación. Sin embargo, no destruye los microorganismos patógenos, sino que sólo evita que se multipliquen. La congelación detiene o hace más lento su crecimiento y desarrollo, pero no los mata. Es más, cuando el alimento se descongela y llega nuevamente a temperatura ambiente o templada, el desarrollo de patógenos se reanuda y se multiplican de forma peligrosa.

Los alimentos más perecederos, es decir, aquellos alimentos más susceptibles a contaminación por  bacterias patógenas, son los que se conservan con técnicas (refrigeración, congelación)  para evitar su deterioro y aumentar su vida útil. Es el caso de la carne, pescado, mariscos, leche, vegetales, alimentos frescos, preparaciones ya cocidas, frutas y lácteos. Sin embargo, no es aconsejable congelar cierto tipo de alimentos o comidas, por la pérdida de sabor y textura que representa este proceso.

Es preferible no congelar la mayonesa porque, cuando se descongela, tiende a formar una masa sólida sin gusto ni textura. Lo mismo ocurre con los huevos: conviene guardarlos en la heladera, no obstante, pueden congelarse siempre y cuando no estén con su cáscara. La clara del huevo es la parte que mejor responde a la congelación.

No está indicado congelar tortas o tartas porque al descongelarse tienden  a agrietarse, perdiendo la textura y consistencia deseable. Lo mismo sucede con los guisos, debido a su composición, la grasa que contienen forma una masa sólida que cuando se descongela, no siempre logra el mismo sabor.
Las frutas, las verduras y los vegetales en general tienen una gran cantidad de agua en su composición. Al congelarse, se forman cristales de hielo de tamaño muy grande, que pueden dañar el producto. Esto provoca la ruptura de las paredes celulares de los vegetales, lo que significa una pérdida de la estructura inicial. El resultado final, una vez descongelados, es de aspecto desagradable y un sabor muy distinto al original.

Los alimentos ya cocinados pueden congelarse, pero debe tenerse en cuenta cómo se hace, deben guardarse en un envase hermético eliminando la mayor cantidad de aire posible. .La presencia de aire durante el congelado hace que el alimento absorba de forma rápida la humedad y se transforma en una sustancia blanda, de muy baja calidad, que difícilmente será comestible.

ENVASES PARA CONGELAR
El envase es uno de los puntos más importantes para congelar de forma adecuada los alimentos. Un envase roto, con aire o con algún agujero por donde entre el frío puede dañar el alimento
•    Los envases recomendados son los más rígidos, especialmente para congelar alimentos líquidos.
•    No deben tener ninguna grieta o fisura por donde pueda entrar el aire frío, ya que podría quemar los alimentos y resecarlos
•    Para alimentos preparados y listos para consumir, es fundamental un envase de cierre hermético y apto para microondas, para descongelarlos en su interior.
•    Los envases cuadrados o rectangulares permiten un mejor aprovechamiento del espacio en el congelador, con lo que puede resultar útiles si se congelan alimentos con frecuencia.

jueves, 18 de abril de 2013

¿Por qué se deterioran los alimentos?

¿Por qué se deterioran los alimentos?
Los alimentos son productos perecederos, con un periodo de conservación limitado que varía en función del producto. Los alimentos como el pescado, la carne, la leche, el pan o los vegetales tienen una vida útil corta y limitada. Otros productos, en cambio, pueden conservarse durante más tiempo, aunque esto no quiere decir que se mantengan sin estropearse.

Causas de deterioro de alimentos

El deterioro de los alimentos se debe a una manipulación y almacenamiento inadecuados, aunque en este proceso también influyen otros aspectos:

•    Oxígeno. El oxígeno tiene efectos perjudiciales para las grasas, los colorantes, las vitaminas y otros componentes alimentarios.
•    Microorganismos. Algunas bacterias requieren oxígeno para crecer (aerobios), mientras que otras solo crecen en ausencia de oxígeno (anaerobios). Las principales fuentes de microorganismos son el aire, el suelo, las aguas residuales y los desechos animales.
•    Enzimas. Ciertas enzimas están presentes de forma natural en los alimentos (enzimas oxidantes). Estas aceleran las reacciones químicas entre oxígeno y alimentos, lo que lleva a su descomposición. Uno de los síntomas más característicos es el pardeamiento de vegetales.
•    Humedad. La cantidad de agua en un alimento influye en la apariencia, textura y sabor. En los productos frescos, el contenido de agua es mayor al  70%. Para controlar este riesgo, se recurre a procesos como la deshidratación (eliminar cierto grado de agua), la congelación (cambiar de estado líquido a sólido) o el uso de aditivos como la sal y el azúcar.
•    Luz. Casi todos los alimentos están expuestos a la luz a partir de fuentes naturales o artificiales. Esta exposición puede dar lugar a cambios en el color del alimento, en el sabor o en pérdidas de vitaminas.
•    Temperatura. Cuando la temperatura no se controla de forma adecuada, el riesgo de que un alimento se descomponga es mayor. Mantener un producto entre 5ºC y 65ºC durante más de dos horas es sinónimo de proliferación de patógenos. A estas temperaturas, las bacterias pueden duplicar su número cada 20 o 30 minutos.

CÓMO EVITAR QUE SE DETERIOREN LOS ALIMENTOS

Para evitar que los alimentos se estropeen se deben seguir ciertas pautas de almacenamiento y de manipulación.

Revisar la temperatura del congelador y la heladera para que la temperatura sea la adecuada (el congelador debe estar a -18ºC y la refrigeración a unos 4ºC). Además, los alimentos deben colocarse en zonas correctas, ya que algunas verduras se estropean más si se almacenan a temperaturas demasiado bajas. Las carnes, en cambio, deben estar en la parte más fría porque necesitan temperaturas más bajas.

Alimentos como el arroz, los cereales o las pastas deben almacenarse en tarros con cierres herméticos para evitar que se introduzca aire. En la alacena, los alimentos deben colocarse por orden de compra, es decir, delante los que se han comprado antes y detrás, los últimos en adquirirse. Otra medida que puede ayudar a reducir el deterioro de alimentos es comprar sólo los que se vayan a consumir en los días más inmediatos y planear las comidas para la semana.

martes, 16 de abril de 2013

Champignones rellenos

Una entrada o guarnición original y muy fácil de hacer.
Ideal para que los chicos la hagan y se animen a probar otras verduras

Ingredientes:
Tenés que elegir champignones o girgolas grandes con un diámetro de unos 5cm. aprox. 
El relleno es muy sencillo, sólo los cabitos de los mismos hongos, cebolla de verdeo  picada (se puede usar también cebolla o puerro) y queso rallado light. Los condimentos son a gusto, sal y  pimienta, y también pueden llevar ajo y perejil picado

Preparación:
Lavá y secá los hongos. Luego retirales los cabitos y picalos. Reservá el resto en una fuente para horno colocándolos con la abertura hacia arriba.  Salteá la cebolla de verdeo picada junto con los trocitos de hongo en una sartén antiadherente con Fritolim. Condimentá con sal y pimenta y, cuando se haya enfriado un poco, mezclále el queso rallado light, calculá una cucharadita de queso rallado light por cada uno (puede ser el que viene en hebras o un queso cuartirolo o port salut descremado rallado). Colocá el relleno dentro de cada champignon y cocinálos en horno modederado unos 15a 20 minutos.

Importante: Si tenés ganas de  espolvorear más queso rallado sobre cada champignon para que se gratine más, tené en cuenta que la cantidad de calorías de cada champignon es directamente proporcional a la cantidad de queso que tengan, ok?

Diana Papa Constantino
Bioquímica - Lic. en Nutrición